Rodrigo Sánchez amplía su horizonte a través de un intercambio académico en Medellín

04 de Sep, 2025

Por Samuel Herrera.

Un intercambio académico es mucho más que estudiar en otro país: es la oportunidad de aprender en un entorno distinto, adaptarse a nuevas formas de enseñanza y descubrir una cultura desde dentro.  Los programas de internacionalización son experiencias que marcan la vida de los estudiantes, al retarlos a crecer profesional y personalmente.

Ese fue el caso de Rodrigo Sánchez, estudiante de Ingeniería Mecatrónica en la Universidad Don Bosco, quien realizó una movilidad en la Pontificia Universidad Bolivariana (UPB), de Colombia.

Para él, este sueño se gestó desde el bachillerato:

“Siempre había querido hacer un intercambio, era una meta pendiente y gracias a Dios se dieron las condiciones para cumplirla, quería ampliar mis horizontes, aprender en un entorno distinto y absorber no solo la parte técnica, sino también la riqueza cultural del país”.

Durante su estadía, cursó asignaturas que fortalecieron su  formación práctica y su visión sobre la ingeniería. Como “Emprendimiento y Responsabilidad Social”, donde desarrolló proyectos empresariales con enfoque en el bienestar social; “Tecnología Robótica”, que le permitió programar y manipular robots industriales de gran escala; y “Tecnología Fluídica”, en la que profundizó en sistemas de control manuales y programables a través de prácticas en modernos laboratorios.

Otro de los aprendizajes significativos lo encontró en el curso de Micro Redes Inteligentes, una materia de posgrado a la que pudo acceder desde pregrado, compartiendo aula con profesionales. Así narró esta oportunidad:

“Fue un reto porque mi base es mecatrónica, y lo eléctrico lo conocía de forma general, pero convivir con especialistas y aprender de docentes altamente preparados fue una experiencia muy enriquecedora”.

Rodrigo también valoró el modelo de enseñanza práctica de la UPB, que permite separar la teoría de la aplicación práctica, en talleres especializados que le brindaron mayor comprensión en áreas como electrónica de potencia y control industrial.

Entre los principales retos que enfrentó señaló la necesidad de adaptarse a un nuevo entorno social y cultural, moverse por la ciudad de forma independiente y superar el desafío de integrarse en un lugar donde no conocía a nadie, sin embargo, todo ello se convirtió en un motor de crecimiento personal:

“Aprendí a valerme por mí mismo, a socializar, a ver oportunidades en cada reto y a crear vínculos con personas de distintas partes del mundo. Fue una experiencia que me cambió por completo”, aseguró.

Su elección de Colombia como destino fue acertada no solo por la calidad académica de la universidad, sino también por el atractivo cultural y humano de Medellín: “Es una ciudad hermosa, con mucha historia, gente cálida y una universidad excelente, me enamoré de la ciudad y del país, siento que amplió mi perspectiva y que fue una de las mejores decisiones que he tomado”.

Los programas de movilidad son una plataforma que impulsa a los estudiantes a convertirse en profesionales con visión global y con la capacidad de aportar soluciones en contextos diversos.

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