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Salvador Cafarelli: Sacerdote de Cristo y Buen Pastor para los jóvenes

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15-05-2019

Hablar del Padre “Cafa” como cariñosamente fue conocido es hablar de un salesiano de Don Bosco que dedicó su vida en hacer la voluntad de Dios; frutos como la humildad, la alegría, la caridad y muchas otras virtudes revestían su corazón.

En esta semblanza la Comunidad Educativa de la Universidad Don Bosco honra a un gran ser humano, un hombre que sirvió a los más necesitados. Su aporte no solo quedará plasmado bajo las letras que ahora se escriben; sino que se encuentra grabado en el corazón de todos aquellos que le conocieron.

El Padre Salvador Cafarelli fue el sexto hijo de la familia de Donato Cafarelli y Carmela Colasurdo. Nació en Laurenzana, provincia de Potenza, al sur de Italia, el 14 de octubre de 1944. En el hogar aprendió la fortaleza y sencillez de su padre así como el amor, el respeto y los valores que le inculcó su madre.

Tenía 11 años cuando recibió el llamado a la vocación cuando un grupo de sacerdotes misioneros llegaron a predicar a su pueblo. Uno de ellos lo invitó a irse al seminario.

A partir de ahí, él estuvo seguro de la misión que debía cumplir. Don Bosco le tenía preparado su camino con los salesianos. Así, el 28 de septiembre de 1956 junto con siete compañeros emprendió el viaje hacia Turín, al aspirantado de Bagnolo.

Joven misionero

Con 16 años fue aceptado para ir a misionar a Venezuela. Su emoción no podía esconderse. Pero el destino de aquel joven cambió de rumbo, la providencia volvió a manifestarse, el grupo de misioneros se dividió en dos: uno iría a Venezuela y el otro a Centroamérica.

El Padre Cafarelli llegó a El Salvador el 25 de octubre de 1961. Allí aprendería el castellano de los jóvenes, conoció la Parroquia María Auxiliadora (Don Rúa), el Instituto Técnico Ricaldone y el Colegio Santa Cecilia.

Su trabajo en Centroamérica

Fue ordenado sacerdote el 16 de julio de 1972, en Guatemala, eligiendo como lema “Mi alegría es hacer tu voluntad”. Luego de 11 años lejos de su tierra volvió a Milán aunque la voluntad de Dios siempre fue que dedicara sus esfuerzos a los jóvenes más necesitados de Centroamérica.

En el Colegio Don Bosco de Guatemala fue el encargado de la pastoral, lugar donde reflejó todas sus virtudes religiosas, de escucha, docentes, musicales, culturales y deportivas. Posteriormente, todas ellas predominaron en las diversas obras salesianas donde participó.

Pero Don Bosco quiso que El Salvador tuviera a este gran servidor salesiano. Su aporte inició en la casa inspectorial como encargado de catequesis y responsable de los medios de comunicación social. Su carisma y amor por los jóvenes era visible, durante su primer año de trabajo en El Salvador estuvo encargado del Movimiento Juvenil Salesiano, posteriormente, iniciaron con él, los programas de encuentros juveniles ESCOGE para jóvenes de 18 años en adelante y EJE para adolescentes.

El Salvador necesitaba una universidad salesiana

El Padre Cafarelli siempre tuvo una actitud visionaria, fue un hombre que siempre buscó las formas de cómo ayudar a los más necesitados, siendo su opción preferencial: los jóvenes, “sus muchachos” como les decía.

Motivado por las necesidades formativas y pastorales de las que adolecía el país durante los años 80, el P. Cafa, junto con otros sacerdotes salesianos y laicos, iniciaron el gran proyecto de la Universidad Don Bosco. A partir de ahí el Padre Cafarelli se convertiría en un gran impulsor de este proyecto institucional.

El terremoto de octubre de 1986 dejó cuantiosas pérdidas para el país y para la Universidad, pero la misión educativa de Don Bosco debía seguir. Prevaleció así la sabiduría del Padre Cafa y la de los salesianos del país.

Guiados por el Espíritu Santo deciden iniciar la misión en uno de los municipios del país más vulnerables, donde se concentraba gran parte de personas con modestos recursos y que urgían de necesidades formativas integrales. Así Soyapango se convirtió en el lugar que albergaría a la Ciudadela Don Bosco, la obra educativa más completa del país.

La fe que había heredado de su padre y su esperanza firme en la Providencia, impulsó al Padre Cafa a buscar el lugar donde se construiría dicha obra salesiana. Fue un servidor insistente cuando de ayudar a los jóvenes se trataba, y esa insistencia le valió para convencer a Don Ricardo Meléndez, dueño en aquel entonces del terreno donde se sitúa la Ciudadela, de vender 30 manzanas de propiedad para construir el gran complejo educativo.

La labor educativa del Padre Cafa no cesó nunca. La Ciudadela Don Bosco exigía contactos, encuentros, gestiones con diferentes personas y entidades para lograr sostenerla. Era difícil negarse a una de sus peticiones, su disponibilidad al servicio, su simpatía y su caridad siempre era bien vista por importantes empresarios y personas altruistas de esa época y de la actual, tanto nacionales como internacionales.

En esta casa de estudios su aporte ha sido crucial. El amor por sus muchachos le motivaban a ir en búsqueda de financiamiento para construir espacios de formación académica e integral. Gracias a su gestión y junto al Ing. Federico Miguel Huguet, de grato recuerdo, se estableció un vínculo estrecho con la fundación alemana VIPE, conocida ahora como kwS; que ha dado paso a diversas iniciativas de formación como un moderno espacio para la biblioteca UDB (2008); el Centro de Desarrollo Integral Universitario (2010), desde donde se gestionan los programas de acompañamiento con estilo salesiano; el Centro de Ciencias para la Tecnología, Optimización y Profesionalidad “Karlheinz Wolfgang” (2016); y para este 2019 abrirá sus puertas el Observatorio Micro Macro, único en el país.

Asimismo, junto a la fundación alemana también se ha desarrollado la Parvularia Alemana Salvadoreña San Juan Bosco, desde el año 2005, con la cual se han ampliado los servicios educativos de los salesianos en la Ciudadela Don Bosco.

El Padre Cafarelli será recordado por su incansable labor educativa y pastoral, por ir al encuentro de todos… no era extraño verle por los caminos de Ciudadela en su bicicleta, aprovechando cada oportunidad para evangelizar a través de su interacción, sus bromas, su habilidad con los actos de magia, su alegría y con palabras de aliento que reconfortaban y exhortaban a no rendirse con un esperanzador: “Ánimo!”.

Hasta siempre Padre Salvador Cafarelli, sacerdote de Cristo. Será recordado por su incansable labor como misionero de Don Bosco en El Salvador y Centroamérica. Su alegría, enseñanzas y legado serán recordados eternamente.

Conozca más de la vida y obra del P. Cafarelli en la siguiente SEMBLANZA y en el video Sacerdote de Cristo y Buen Pastor para los jóvenes