Madre e hija graduadas de la UDB: dos generaciones que han marcado historia

25 de Mar, 2021

En el relato de ahora conoceremos a Ana María Soriano graduada de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación y Ana Josefa Rodríguez, su madre, quien forma parte de la primera generación de graduados de la UDB.

Ambas son mujeres que en sus áreas de formación han marcado la historia. Conozcamos:

“ «Don Bosco me llevó a la UDB» me dijo mi madre al preguntarle sobre el porqué decidió obtener de allí su Licenciatura en Ciencias de la Educación.

Siendo ya graduada de la Escuela Normal Francisco Gavidia de San Miguel, los estudios universitarios eran una necesidad imperiosa para una mujer que reconoce que toda maestra, debe formarse constantemente.

Seguí los pasos de mi madre y tuve la fortuna que mi primer año de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación y el último de ella, coincidieran en el “Campus de Don Rúa” (donde inició sus clases la UDB) y fuésemos compañeras de clase en la asignatura de inglés.

Mi madre ha sido profesora de escuela pública durante más de 30 años. Los estudios en la UDB le confirmaron aprendizajes heredados de la escuela normal y le ampliaron otros nuevos. Luego de jubilada, trajo la escuela a su casa.

A sus ahora 80 eneros, sigue recibiendo niños pequeños que urgen de la atención y el tiempo de una maestra salesiana. Niñas y niños han irrumpido en la casa de la profesora, donde han sido libres para aprender con juegos y hasta para embestir la refrigeradora. Allí esos pequeños, algunos ahora ya ingenieros y médicos, encontraron la confianza para aprender sin prisas, sin regaños, donde todos son reconocidos como seres igualmente inteligentes y capaces de alcanzar los sueños más irreverentes a la lógica.

Allí encontraron una amiga a quien confiar sus historias de vida, algunas divertidas, otras, dolorosas.  Esta es la herencia de Don Bosco, la educación no se limita a la transmisión de conocimientos. Ni el éxito se mide por los cargos ocupados, sino por el servicio hacia los demás.

Mi madre es una de las graduadas de la primera generación de la Licenciatura en Ciencias de la Educación de la UDB. Tuvo la fortuna de ser estudiante del Lic. Gilberto Aguilar-Avilés, ilustre educador salvadoreño y primer rector de la UDB. Además, también fue alumna del Pbro. Salvador Cafarelli. Ambos de grata recordación.

Del Lic. Avilés he aprendido, a través de las palabras de mi madre, “que, si un alumno no aprende, no es culpa de este, sino que es responsabilidad del docente buscar la forma de hacerle aprender”.

Por mí parte, la UDB me permitió alcanzar un deseo tan sencillo que tenía de niña, aprender inglés. Deseo hecho realidad con creces, estudiar no solo un segundo idioma, sino, además, obtener el Bachellor in Mass Communication de Lousiana State University. Esto fue posible, gracias a la oportuna mentoría del Lic. Francisco Hasbún (de grata recordación) “sos buena estudiante, pero debes esforzarte más” me dijo en una ocasión antes de iniciar una jornada de clases.

Este mi profesor de Teoría de la Comunicación, me motivó a mantener un CUM mínimo de 8 para que pudiese aplicar al programa de becas CAMPUS-Fulbright. Dicho y hecho. Mi tercer año de la licenciatura lo iniciaba en Baton Rouge.

Gracias a esa formación, inicié como instructora de Fotografía y Producción de Televisión en la UDB. A consecuencia de esa práctica educativa, descubrí que compartía con mi madre el mismo ímpetu por la educación. Al igual que mi madre, reconocí que este camino de la docencia requiere de un aprendizaje constante. Así, encontré mi nueva pasión: la investigación. Pasión que quiero transmitir, mientras tenga vida, a tantos jóvenes y docentes como me sea posible, a través de mis escritos y procesos formativos.

Niñas, mujeres, hagamos lo más que podamos con lo que tenemos en este preciso momento. No esperemos a tener las condiciones perfectas para iniciar. Tengamos la suficiente humildad para buscar una mentora y ser lo suficientemente generosas para convertirnos en una, cuando la otra lo requiera.

Es solo en este círculo virtuoso que tendremos una verdadera hermandad entre las mujeres. No somos competencia, mujeres contra mujeres, ni mujeres contra hombres. Cada persona debe reconocerse valiosa en el lugar que está, según sus propias capacidades y talentos.

Tan valiosa es la niña que sueña con ir al espacio como la que quiere educar a párvulos, tanto hace ciencia la que descubre el algoritmo para fotografiar agujeros negros, como la etnógrafa educativa quién a través de sus investigaciones descubre nuevos métodos para que las niñas y niños aprendan mejor.

Solo así, nos reconoceremos todas valiosas, importantes y necesarias".

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