El empoderamiento femenino en el deporte, cambia los marcadores

12 de Oct, 2021

Por Paola Batlle, coordinadora de los Programas Incorpórate y Promueve de la Universidad Don Bosco.

 En la Antigua Grecia, hace unos 2 mil años atrás, en los famosos Juegos Olímpicos sólo los hombres podían tener participación en las diferentes disciplinas deportivas. Las mujeres casadas no tenían permiso para observar el evento y mucho menos tenían derecho de ser llamadas “deportistas”.

Fue hasta la época de 1900 que las mujeres pudieron sumarse a este tipo de eventos, participando en disciplinas como golf y tenis. Con el pasar de los años y con el impulso de muchos grupos de mujeres, más y más deportistas femeninas se han ido sumando a los medalleros.

Se ha hablado de mitos sobre la participación de la mujer en disciplinas deportivas, como: la masculinización de aquellas mujeres que realizan actividad deportiva o atlética; que la práctica deportiva es peligrosa para la salud de la mujer, porque su intensidad puede acarrear problemas de fertilidad; que el deporte no es un área de interés de mujeres y que por esa razón no ejecuta bien las rutinas atléticas, porque es más una actividad diseñada para gustos de los hombres desde la antigüedad; entre otros mitos.

Es importante recordar los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, porque han dejado huella en la historia del deporte mundial, con acontecimientos que demuestran que el empoderamiento femenino ha trascendido en muchos ámbitos, pensamientos y acciones, que impulsan a generar espacios con igualdad de oportunidades, además de atreverse a abordar temas considerados tabú, por ejemplo:

La gimnasta artística Simone Biles, quién decidió renunciar a continuar en competencia, para proteger su salud mental; un factor del que muy pocos hablan, porque el estrés y la presión de patrocinios, entrenadores y equipos, desgastan el bienestar mental de los y las atletas. Simone se atrevió a tomar una valiente decisión personal, exponiendo la importancia del equilibrio entre mente y cuerpo.

Otro ejemplo, que se se puede mencionar entre los hitos de Tokio, fue la escandalosa controversia del equipo noruego femenino de balonmano, que recibió una multa por negarse a usar bikini como uniforme durante la competencia y optaron por usar “short”; de acuerdo a las regulaciones de la Federación Internacional de Balonmano, se establece que las atletas femeninas deben usar bikini, un vestuario que las deportistas expresaron que era incómodo y  exhibicionista, pero, marcando un precedente, el equipo optó por mantenerse firme en su decisión y fueron apoyadas por autoridades deportivas y figuras del ámbito artístico.

También, las gimnastas alemanas optaron por un vestuario diferente, de cuerpo completo, para pronunciar su inconformidad con muchas reglas sexistas en su disciplina, que las obliga a exhibir su cuerpo con un tinte morboso.

Si revisamos la historia deportiva salvadoreña, nos encontramos con un número reducido de nombres reconocidos y emblemáticos de mujeres atletas, entre ellas podríamos mencionar: Ana Mercedes Campos, “La Morocha” en el atletismo salvadoreño de los años cincuenta; Eva María Dimas en levantamiento de pesas, Cristina López como marchista, Luisa Maida en tiro, Evelin García en ciclismo. Todas ellas han demostrado su lucha constante en eventos nacionales e internacionales, para lograr subir al podium con un lugar destacado.

Frente a este panorama internacional y nacional en el campo deportivo, la Universidad Don Bosco (UDB) reconoce que el ser partícipe de actividades deportivas es una excelente escuela para desarrollar habilidades como el trabajo en equipo, la disciplina, la tenacidad y resiliencia, además de generar capacidades de liderazgo, comunicación asertiva y un ejercicio constante del respeto hacia otros. Por ello, dentro de los programas de extensión universitarios, los equipos deportivos toman relevancia y no son un juego, son los escenarios de desarrollo personal y profesional.

Dentro de la pedagogía salesiana y filosofía de Don Bosco el patio y el juego ocupan un lugar principal, siendo un pilar fundamental en el “Sistema Preventivo”. Don Bosco visibilizó que el juego era el espacio para desarrollar el acompañamiento cercano con los jóvenes y una fuente de aprendizaje integral.

Desde hace unos pocos años atrás a la fecha, la presencia de las mujeres en las selecciones de fútbol, baloncesto, voleibol, balonmano UDB han trascendido con medallas de primer, segundo y tercer lugar en juegos universitarios nacionales, centroamericanos y del caribe. Y sin duda, detrás de cada una de las deportistas azul oro hay muchas historias por contar, en las que su disciplina, constancia y entrega, han marcado fuertemente las canchas, competencias, pero sobre todo, han marcado más sus vidas y sus entornos.

Por ejemplo, Teresita Candelas y Mónica Calderón, destacadas basquetbolistas, que dejaron huella y encestaron muchos puntos a la historia de la selección universitaria UDB. Teresita, profesional en ciencias de la rehabilitación, despuntó en el deporte y luego de ser campeona nacional, oro en Juegos Centroamericanos y del Caribe, se dedicó a la educación física y al coaching de Liga Mayor en Costa Rica; siempre sobresalió entre sus colegas por el espíritu alegre y enérgico, que la llenó de compromiso y mucha disciplina como deportista.

Mónica Calderón, profesional en administración de empresas, ha sido seleccionada nacional y campeona en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en Honduras 2013. Actualmente, continúa apasionada por el baloncesto y forma parte del Club Deportivo FAS FEVER.

Así como las áreas de ingeniería, política, ciencia y construcción han sido dominadas por hombres por muchos años, el deporte también ha seguido ese patrón, pero ahora vemos unos Juegos Olímpicos más femeninos, con un 48.3% de participación de mujeres; más niñas siendo preparadas por mujeres y hombres, desde edades tempranas en su formación académica. Esto es el resultado de otro duro recorrido de mujeres, abriéndose paso en la historia y luchando con estereotipos sociales.

Aún queda camino por recorrer, para que las prácticas deportivas femeninas reciban el reconocimiento y la visibilización que merece; para que el número de participaciones de hombres y mujeres sean equilibrado; para que en los comités o autoridades deportivas tengan presencia femenina; para que los reglamentos sean revisados y los terrenos de juego sean más justos. A este ritmo, los resultados deportivos seguirán cambiando, porque las mujeres continuarán encestando, anotando goles, sumando puntos y marcando cambios sustanciales en las formas de hacer más equitativo el juego de la vida entre los seres humanos y su entorno.

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