Activarse a vivir un adviento con actitud de recogimiento

15 de Dic, 2021


Por Saúl Pascual, equipo de Comunicación del Filosofado Salesiano

Nuestra historia y la vida personal de cada uno, en los últimos tiempos, han marcado un curso diferente al que estábamos acostumbrados; nuestro mundo ha dado un giro enorme hacia la era digital, la pandemia nos ha mostrado la otra cara de la moneda en la que nos hemos dado cuenta de la necesidad profunda del otro, somos seres que necesitamos estar en continua relación con otros y con nosotros mismos.

Debemos aprender a comenzar de nuevo desde la realidad que estamos enfrentando y viviendo, la iglesia de igual forma cada año invita a los fieles a recomenzar el proceso de crecimiento espiritual y humano mediante el año litúrgico que da inicio con el tiempo de adviento, preparándonos para el nacimiento de Jesús, un Jesús que ya se encuentra presente en nuestras vidas, un Jesús que nos quiere recordar el amor de Dios Padre a la humanidad, es la presencia de Dios ya comenzada en cada una de nuestras vidas en la que se puede ratificar cada vez más haciendo un camino de conversión y preparación para el encuentro personal y comunitario con Cristo.

El tiempo de adviento nos brinda signos que nos puede facilitar este camino, como el nacimiento que se coloca en las iglesias y familias, los cambios de colores que en este tiempo predomina el morado como signo de preparación, penitencia y reflexión, la corona de adviento colocada cuatro semanas antes de la navidad, la cual representa el proceso de preparación que los fieles cristianos hacen para recibir el nacimiento de Jesús, la corona es circular porque representa la eternidad de Dios que no tiene principio ni fin, el color verde representa la esperanza que debe existir en el cristiano, las velas moradas representan penitencia y tiempo de preparación, la vela rosada representa la alegría y la vela blanca representa a Jesús y su pureza, se enciende una vela cada domingo previo al día de navidad, como signo del camino cristiano que nos prepara para recibir a Jesús no simplemente como un rito o tradición, pues lo importante y fundamental es estar preparados para que nazca verdaderamente en el corazón de cada uno y así poder compartirlo con los demás.

Cada uno tiene y experimenta algo diferente y muy personal en su relación con Dios, pero a la vez esta relación personal se vuelve comunitaria y repercute en los demás que están en mi entorno, tal puede ser el caso del ambiente familiar en el que cada uno vive y como toda familia humana de igual manera está llamada a realizar este camino de conversión y preparación para recibir a Jesús, nuestro hogar debe siempre crecer en amor y acogida, no de extraños sino de los mismos miembros que es incluso en ocasiones más difícil, acoger para crecer,  acoger para salvar, acoger para amar,  es  proceso que se hace también a nivel personal.

El adviento nos puede ayudar a acrecentar la relación familiar la reflexión de la propia realidad y vivencia en clima de familia puedo detectar aspectos de mi propia vida en los cuales debería esforzarme más para el bien de mi propia familia y de igual manera los aspectos que debemos trabajar en conjunto, para poder recibir a Jesús recién nacido en el interior de nuestro hogar y hacerlo parte central de mi propia familia, este debería ser el verdadero nacimiento de Cristo, nacimiento en el interior, en lo oculto, ratificar su presencia cada vez más firme y más cercana para conmigo.

Este tiempo no es espera de algo que viene sino, de alguien que ya se encuentra entre nosotros, el papa Francisco comienza su exhortación apostólica Christus Vivit dedicada a la juventud diciendo: “Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo. Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. Entonces, las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de los jóvenes cristianos son: ¡Él vive y te quiere vivo!”.

El tiempo de reflexión, arrepentimiento y preparación se debe vivir siempre con alegría, esta sería una tarea primordial de los jóvenes que viven este tiempo como cristianos transmitir la alegría a todos los que le rodean ya que, “Dios ama la alegría de los jóvenes y los invita especialmente a esa alegría que se vive en comunión fraterna, a ese gozo superior del que sabe compartir, porque «hay más alegría en dar que en recibir» (Hch 20,35) y «Dios ama al que da con alegría»”

La alegría de esperar el nacimiento de Jesús nos debe mantener en  actitud activa, es decir no esperar sentados, no acomodarnos a una realidad particular, nos debe crear una actitud de crecimiento personal humano y espiritual mediante los cuales podamos afrontar las contrariedades que se nos presentan en nuestro diario vivir y así contribuir en el desarrollo de la sociedad teniendo en cuenta que Jesús ya se encuentra entre nosotros. Nuestra de estar atentos para verle en los rostros y en la vida de cada persona sin exclusión alguna.


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