"Mi nombre es Claudia García Brizuela, estudié Ingeniería en Electrónica, especialidad Biomédica y soy parte de la 1a promoción de ingenieros graduados de la Universidad Don Bosco. Actualmente, resido en Denver, Colorado, donde trabajo para Echostar y me desempeño como Senior Manager del equipo nacional de diseño de RF. Tengo una hija quien es mi mayor orgullo.
Durante mi niñez y adolescencia cambié muchas veces de opinión sobre lo que quería estudiar, quise ser astronauta, doctora, abogada, comunicadora. Sin embargo, durante mi último año de bachillerato como parte de una feria científica, tuve la oportunidad de realizar un proyecto donde aprendí sobre circuitos en serie y paralelo, lo que cautivó mucho mi atención. Al finalizar el proyecto, le pregunté a mi maestro de física qué carrera podía estudiar, que estuviera relacionado con lo que había aprendido al trabajar en mi proyecto. Él me habló sobre Ingeniería Eléctrica y Electrónica, abundando mucho en la última (me habló de desarrollos digitales, satélites), a partir de ese momento decidí que quería ser Ingeniera en Electrónica. A pesar de que en mi hogar siempre fomentaron la educación superior, fuera de mi familia causaba sorpresa que yo decidiera estudiar ingeniería, ya que no era común que una joven decidiera tal rama de estudios.
Crecí en el seno de una familia católica, por lo cual tanto mis padres como yo completamos nuestros estudios de bachillerato en colegios católicos. Mi madre es exalumna salesiana (graduada del Colegio María Auxiliadora de San Salvador) y siempre se mantuvo activa dentro del grupo de exalumnas. Mi hogar estaba localizado en las inmediaciones de Don Rúa, por lo que mi relación con la comunidad salesiana era bastante cercana. Debido al ambiente convulso en el que vivíamos durante la guerra civil, mis padres siempre mostraban preocupación acerca de dónde estudiaría una vez que me graduara del colegio. Ambos habían estudiado en la Universidad Nacional cuando el ambiente político no era tan agitado. Durante una cena, mi madre comentó sobre las buenas nuevas que la comunidad salesiana fundaría una Universidad. Para mi padre, esa fue una gran noticia y comenzó a hablar sobre la conveniencia de estudiar en la Universidad Salesiana. Al principio, yo me negaba porque mis amigas y amigos iban a estudiar en otras universidades. Mi padre al final me dijo que la Universidad Don Bosco ofrecería Ingeniería en Electrónica y que recordara lo que quería estudiar. Además, agregó: “He ido a conocer a las autoridades de la Universidad y la visión y plan que tienen es lo que busco para tu educación”.
Comencé mis estudios en la Universidad Don Bosco en las instalaciones de la Escuela Domingo Savio. Después del terremoto de octubre de 1986, nos trasladamos a las instalaciones de Don Rúa para finalmente trasladarnos al Instituto Ricaldone. Visitamos en un par de ocasiones los terrenos de lo que sería la Ciudadela Don Bosco, pero nos graduamos antes de que la Universidad se trasladara. Bromeábamos con el Padre Cafarelli que la primera promoción de graduados seríamos como Moisés, quien solamente tuvo oportunidad de ver la tierra prometida y nunca llegar a ella.
Guardo muchos gratos recuerdos de mi paso por las aulas de la UDB, como mencioné, vivíamos tiempos convulsos a raíz de la guerra civil. Muchas veces tuvimos que quedarnos resguardados por horas en el Ricaldone porque había enfrentamientos y no podíamos salir, ni nuestros padres llegar a recogernos. Los sacerdotes siempre cuidaron de nosotros asegurándose de hacernos sentir protegidos. Por los constantes cortes de energía, hubo una ocasión en que tuvimos que hacer un examen alrededor de una lámpara de gas “Coleman”. Hay una larga lista de anécdotas; sin embargo, lo que más atesoro de esos años son las buenas amistades cultivadas, amigos de toda la vida con quienes aún mantenemos constante comunicación.
Considero que la UDB nos proporcionó una educación integral, nos preparó no solo a nivel académico, sino también para ser profesionales íntegros, de altos estándares y calidad humana, una combinación que nos permite ser líderes en cualquier ámbito que nos desarrollamos. El espíritu Salesiano siempre nos distingue.
El mejor consejo que puedo brindar a los actuales y futuros estudiantes es esforzarse, aprender mucho acerca del manejo de tiempo, aprender uno o más idiomas. Un mensaje especial para las jóvenes es que nunca dejen de creer en ustedes, ni permitan que nadie les diga: “ingeniería no es una carrera de niñas”
Me siento muy orgullosa de ser exalumna de la UDB, gracias a mi trabajo he tenido la oportunidad de viajar bastante y en varias ocasiones por pura casualidad he terminado visitando alguna casa Salesiana. Es una gran alegría cuando me identifico como tal y puedo dar fiel testimonio que todo aquel que llega a una casa Salesiana, llega de la mano de María Auxiliadora."
Claudia García, primera promoción de graduados UDB de Ingeniería