La virtud de la amabilidad y el accionar en el ser humano

24 de Ene, 2022

Por Leonidas Cruz, equipo de Comunicación del Filosofado Salesiano

El legado de grandes personas nos ayuda a construir la sociedad hoy en día, sus pensamientos y acciones son guía para nosotros. Dentro del legado de grandes personas que han marcado la historia de nuestro mundo está San Francisco de Sales llamado “Doctor de la Caridad”, en quien encontramos una fuente de grandes virtudes, elemento fundamental dentro de nuestra formación.

La virtud es un valor que la RAE lo define como la disposición de la persona para obrar de acuerdo con determinados proyectos ideales.

La virtud es la fuerza para proceder ante el bien, la verdad, la justicia, la belleza; por tal razón al preguntarnos ¿para qué nos sirve la práctica de la virtud? Sería mejor reflexionar la pregunta ¿En qué no nos sirve la práctica de la virtud?

Hoy en día corremos el riesgo de fraccionar a la persona humana, sin darnos cuenta que verdaderamente somos una unidad perfecta que no puede ser dividida; San Francisco de Sales nos enseña el valor e importancia de la práctica de la caridad y la amabilidad en los seres humanos, como todo un maestro de las virtudes, nos dice que estas deben estar en toda nuestro accionar humano.

San Francisco de Sales, según Eugenio Alburquerque, vivió un tiempo de guerra, violencia e intolerancia. En medio de este contexto resulta impresionante su ejemplo de dulzura y mansedumbre que impregna toda su personalidad, su estilo de vida, sus relaciones interpersonales; por tal razón en él, se destacan las virtudes de dulzura, mansedumbre y humildad (Espíritu y espiritualidad salesiana, editorial CCS, Madrid 2017. 106.)

En nuestra sociedad nos resulta fácil identificar personas con actitudes de dureza a medida que van creciendo en el campo laboral o académico, en el ambiente cotidiano, familiar; en el colegio o el trabajo, en todas esas áreas nos podemos encontrar personas con poco sentido de amabilidad, provocando experiencias humanas desagradables.

Al analizar tal situación podemos darnos cuenta que la práctica de las virtudes nos ayuda a ser más humanos, a no perder nuestra sensibilidad, y, por ende, evitar deshumanizarnos frente a actitudes y tratos poco afable para con los demás. En San Francisco de Sales encontramos la clave según Eugenio Alburquerque, para practicar la virtud y entre ellas especialmente la amabilidad, la cual considera que tiene como mira, ante todo nuestro propio ser, pues consiste en aprender a no enojarnos nunca con nosotros mismos, ni con nuestras imperfecciones (Espíritu y espiritualidad salesiana, editorial CCS, Madrid 2017. 120).

Si el ser humano no es capaz de comprenderse a sí mismo, con dificultad podremos comprender las falencias de los demás y por ende constantemente seremos presa de la ira y otras situaciones que poco a poco nos alejan de la formación plena de nuestro ser persona. En su libro “introducción a la vida Devota” San Francisco de Sales pone de manifiesto el cultivo de la virtud para todas las personas, traza un camino para cultivar las virtudes que nos hacen más sensibles a nuestra realidad y por ende a la empatía con los demás.

Por lo tanto, la práctica de la virtud, es el trabajo constante por construir sociedades más justas y humanas, es la lucha contra las desigualdades y búsqueda por la verdad, ser virtuoso es un grito de nuestra sociedad que fácilmente se pierde en el consumismo y utilitarismo propio de este tiempo.

No podemos vivir desinteresados de los demás, pero el bien que podemos transmitir a los otros debe nacer del trato cordial con nosotros mismos, la tranquilidad y gozo de nuestra vida, nace en la relación cortés con nuestro entorno, y la cortesía en el trato nace cuando somos conscientes y capaces de practicar las virtudes.

 

 

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