El arte es una vía para incidir en la construcción de una sociedad y consolidarla como una más crítica, reflexiva, creativa, empática y sobre todo, humana. Quienes lo practican tienen la oportunidad de transmitirlo como un medio de transformación y proyección social.
El dibujo, la pintura, la música, el teatro, la escultura, la literatura y las diversas disciplinas artísticas existentes confieren al individuo que las experimenta un alto grado de sensibilidad y compromiso con su realidad. Y precisamente las artes han sido el medio por el que Verónica Miranda, coordinadora de los programas de formación del Departamento de Arte y Cultura (DAC), ha impactado en la vida de las personas.
Esta es parte de su historia, que comienza con una pregunta sencilla como compleja: ¿quién es Verónica Miranda? A la que ella misma dio respuesta:
“Soy una mujer de 54 años con mucha vida, con muchas experiencias, soy muchas cosas que he hecho en mi vida bajo ciertas premisas que son claves para mí: la familia, la fe y que la vida es un constante aprendizaje y por lo tanto hay que vivir aprendiendo. En un inicio quería ser misionera pero al ser hija única decliné, por mi familia. Lo reflexioné especialmente por mi madre. Entonces vinieron varios procesos, decido repensarlo y concluí que Dios llama por todos lados y uno puede aportar desde la cancha que le toque. Así me convertí en representante vicarial de la juventud, estuve en varias vicarías como activista con jóvenes en medio de una guerra civil que marcaba cada vez más. Conocí varias realidades de mi país con las que trabajé en el campo y en la ciudad, como por ejemplo las primeras migraciones que ocasionó la guerra”.
Durante su juventud fue catequista, hizo teatro, danza, aprendió a tocar la guitarra, el teclado, la flauta y escribió poesía. Ingresó a la Universidad de El Salvador (UES) y estudió Licenciatura en Artes Plásticas, se desempeñó como auxiliar de parvularia, pintó murales y la integralidad siempre la caracterizó. Sobre el tema agregó:
“Fui muy soñadora, muy imaginativa. Siempre anduve inventando cosas, algunas ya estaban inventadas pero al menos como no habían pasado por mi mente o no las había experimentado, creía que no existían. Así llevé mi vida, escribí canciones, hacía poesía y le ponía música .Era una poesía más social dedicada a la realidad o en respuesta a aquello que no entendía. Como colaboraba con las religiosas pude fortalecer mis facetas artísticas y tuve la oportunidad de subirme al escenario y cantar ante un público, tengo experiencia también en teatro popular y pastorelas”.
Entre sus actividades dentro de la UDB, Verónica acompaña el aprendizaje artístico de estudiantes. En la fotografía,
se muestra junto a Kiriam Reyes, una de las alumnas con las que trabajó en la elaboración
de los murales artísticos visibles en la imagen, que fueron hechos para el Complejo Educativo El Carmelo.
Ayudar a otros siempre la movilizó, así fue como la vida la llevó por diferentes caminos hasta que llegó una experiencia que la marcó fuertemente: empezó a laborar en el Hogar de Parálisis Cerebral (HOPAC), como educadora a través de la arteterapia. Allí realizó una trayectoria de 15 años sobre la que narró:
“El mundo de la educación especial era algo nuevo para mí y fue una miscelánea de realidades entre el autismo, parálisis cerebral y muchos otros trastornos. Fue una etapa que me impactó bastante y en un momento me sentí desafiada porque no entendía a los pacientes. Entonces entré en una fase de investigación para conocer cada una de las condiciones, trastornos y discapacidades.
Tuve que decir, en nombre de Dios me voy a preparar hasta poder entrar en su mundo, porque prácticamente uno tiene que aprender a entrar en su mundo, porque cada uno es diferente. Mi motivación empezó a ser que siempre salían niños a recibirme, a abrazarme, me sentí importante para ellos, entonces iniciamos diferentes trabajos que culminaron en participaciones en concursos. Fue muy meritoso llevar por primera vez a niños con diferentes patologías a ganar premios nacionales, a ser reconocidos por su arte”.
Verónica junto a integrantes del taller de pintura.
En el año 2001 ingresó a la UDB trabajando como docente hora clase y posteriormente, en el 2014 se incorporó como coordinadora de los programas de formación del DAC. Desde entonces realiza diferentes actividades que promueven el desarrollo artístico en los estudiantes de la Universidad Don Bosco, así definió sus actividades y motivaciones dentro de la institución:
“El día a día en la UDB es gestionar los talleres artísticos, sacar nuevas propuestas de la agenda cultural y buscar talentos entre nuestros estudiantes. Coordino la Pinacoteca de Arte del Centro de Cultura Rafael Meza Ayau donde se realizan exposiciones artísticas. Entonces la dinámica es ser una gestora cultural, buscando nuevas propuestas, buscando nuevos talentos y darle oportunidades a los estudiantes de aprender o descubrir sus habilidades en el arte.
Las artes nos enseñan que no todo nos sale a la primera, que hay procesos, estudios y mucha investigación. Me mueve el sentimiento de impulsar a los jóvenes, de mostrarles las ventanas que les permitirán ver más allá por medio de sus talentos y que se puedan conocer a sí mismos por medio del arte”.
A lo largo de su trayectoria, Verónica también ha trabajado como curriculista y consultora, apoyó en el diseño de los programas de educación especial en artes plásticas y en expresión corporal de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas; y brindó consultoría al Ministerio de Educación en el Certamen de Creatividad Didáctica.
Verónica forma parte de las mujeres que día con día generan un cambio en la Comunidad Universitaria de la Universidad Don Bosco y fuera de ella, impactando con sus conocimientos, forma de ser y manera de acompañar a quienes la rodean.