En la UDB, destaca la historia de una joven universitaria que se ha abierto camino en un terreno poco común para las mujeres en El Salvador: el arbitraje deportivo.
Con determinación y disciplina, Mariana Il Cornejo Hwang combina sus estudios universitarios con su pasión por el fútbol, convirtiéndose en una de las pocas mujeres árbitras en el país.
Su participación en este ámbito no solo representa un avance en términos de equidad de género, sino que también inspira a otras jóvenes a romper estereotipos y perseguir sus metas en campos tradicionalmente dominados por hombres.
Mariana es graduada del Técnico en Diseño Gráfico y estudia cuarto año de la Licenciatura en Diseño Gráfico gracias a que ambos programas están diseñados para articularse entre sí, lo que permite a los estudiantes avanzar de manera continua y estructurada desde un nivel técnico hacia un nivel universitario superior. En cinco años el alumno obtiene doble titulación. Actualmente es becada por el Programa SVNet.
“Elegí la carrera porqué desde pequeña sentí conexión natural con lo visual y con lo creativo. Con el tiempo me di cuenta de habilidades que quería seguir desarrollando, siempre he sido una persona curiosa y con facilidad para encontrar soluciones. Cuando descubrí que el diseño gráfico me permitía resolver problemas a través del arte y la creatividad, sentí que había encontrado el camino ideal para mí”, afirma.
Con silbato en mano y disciplina en el estudio
Conozca la historia de Mariana, una joven desafiante y determinante.
UDB: ¿Cómo descubriste tu interés por el arbitraje? ¿Hubo algún momento decisivo?
Mariana: Para empezar el deporte en general siempre me ha gustado, he sido una persona muy activa. Desde pequeña empecé jugando fútbol, es un deporte que me apasiona. Yo solía pasar entrenando o jugando en la cancha #4 de la U, un día, terminando entreno, me preguntaron si podía ir a pitar un juego de niños al Colegio Don Bosco, ya que el árbitro designado ese día no podía llegar, así que acepte. Luego de ese partido me interesó saber que por mi conocimiento en el fútbol podía ganar dinero, eventualmente se abrió un curso de árbitros en el que fui la única mujer en graduarse de esa promoción.
UDB: ¿Cómo fue tu proceso de formación como árbitra? ¿Dónde te capacitaste?
Mariana: Me capacité a través de un curso de arbitraje para obtener el título “Arbitro Clase Oficial” que impartió AAFES (Asociación de Árbitros de Fútbol de El Salvador) en sociedad con el Oratorio Don Bosco. El curso duró 7 meses, simultáneamente se me incorporó a entrenar en la Federación Salvadoreña de Fútbol, donde entrenan los árbitros profesionales de la filial de San Salvador. Además, los sábados dirigía partidos en torneos amateur administrados por AAFES y los domingos en Oratorio Don Bosco. Han sido dos años que llevo desarrollándome como árbitra”.
UDB: ¿En qué ligas o torneos has arbitrado? ¿Algún partido que recuerdes especialmente?
Mariana: Empecé por las ligas locales amateur, así como dirigí por un periodo los torneos internos de la Universidad. Posteriormente empecé a dirigir en categorías profesionales: Primera División Femenina, Torneo ADFA Sub-15 y Torneo Juvenil Sub-17.
El partido que recuerdo especialmente ha sido el último que tuve a nivel profesional y fue una de las finales del Torneo Selecciones Departamentales Sub-15, lo recuerdo ya que llegar a dirigir hasta esas instancias de un torneo es bastante importante en una carrera arbitral.
UDB: ¿Qué tipo de preparación física y mental requiere ser árbitra?
Mariana: En lo físico, es fundamental tener una excelente condición cardiovascular, velocidad, fuerza, agilidad y resistencia, ya que durante los partidos se recorren largas distancias, muchas veces a alta intensidad, con cambios constantes de dirección. También se necesita una preparación específica según el rol (central o asistente), incluyendo pruebas físicas reglamentadas por organismos como FIFA o las federaciones locales.
En lo mental, la preparación es igual de importante. Una árbitra debe tomar decisiones rápidas bajo presión, mantener la concentración durante todo el partido, tener autocontrol emocional frente a situaciones de estrés, y ser capaz de manejar conflictos sin dejarse influenciar por el entorno. Además, requiere disciplina, ética y confianza en sí misma para mantener la autoridad en el campo de juego.
Por eso, ser árbitra no solo implica entrenar el cuerpo, sino también cultivar la mente con preparación táctica, visualización, estudio del reglamento y desarrollo de habilidades como la comunicación y el liderazgo.
UDB: ¿Cómo ha sido tu experiencia siendo mujer en un campo que tradicionalmente ha sido dominado por hombres?
Mariana: Mi experiencia como mujer en el arbitraje ha sido un reto constante, principalmente porque es un campo que históricamente ha estado dominado por hombres. A nivel físico, es innegable que ellos tienen ciertas ventajas naturales que pueden facilitar el rendimiento deportivo. Esto significa que, como mujer, he tenido que esforzarme el doble para estar al mismo nivel, sin excusas.
Además, todavía existen estereotipos o prejuicios que ponen en duda la capacidad de una mujer para liderar o tomar decisiones firmes dentro de la cancha. Pero lejos de desmotivarme, eso me ha impulsado a prepararme mejor, a demostrar con hechos y disciplina que sí podemos estar a la altura y, muchas veces, incluso superarlos. Ser mujer en este campo no es fácil, pero es posible, y cada avance que logramos abre la puerta para que más mujeres se atrevan a intentarlo.
UDB: ¿Cómo influyó tu formación en la Universidad Don Bosco en tu carrera como árbitra?
Mariana: La Universidad me ayudó a desarrollar una mentalidad disciplinada, creativa y con visión de futuro. Aprendí a organizarme, a trabajar bajo presión y a tener confianza en mis decisiones, habilidades que aplico directamente en la cancha. Además, el ambiente universitario me motivó a creer en mí y a esforzarme por destacar, no solo como estudiante, sino también como deportista.
Por otro lado, la Universidad fue un puente para conocer esta profesión, ya que, por medio del entrenador de la selección femenina, Jesús Guevara, pude empezar a conocer lo que es el arbitraje, abriéndome, las puertas al Oratorio Don Bosco donde podía pitar a los niños para practicar y fue él también que me sugirió que entrara al curso de arbitraje.
UDB: ¿Recibiste algún reconocimiento por tu trayectoria deportiva durante tu paso por la universidad?
Sí, el haber estado en la selección femenina en la UDB durante el 2023 me permitió conocer personas que me dieron palabras de aliento y apoyo. Empezando por Jesús Guevara, entrenador de la selección. Además de docentes, colaboradores de la Universidad y compañeros que mostraron admiración y respeto. Así mismo recibí un reconocimiento formal por haber sido parte de la selección que se me otorgo junto con mi título de Técnica en Diseño Gráfico.
UDB: ¿Cuáles son tus metas personales y profesionales a corto y largo plazo?
Mis metas principalmente son graduarme de la Licenciatura en Diseño Gráfico. En el arbitraje es seguir mejorando mi rendimiento físico y técnico como árbitra para consolidarme a nivel nacional y subir de categoría. A largo plazo, me gustaría representar a El Salvador en torneos internacionales.
UDB: ¿Qué mensaje le darías a las jóvenes salvadoreñas que tienen interés en el arbitraje o en el fútbol y a la Comunidad Universitaria que vio formarte?
Mariana: A las jóvenes que no se limiten por el miedo ni por lo que digan los demás. El fútbol y el arbitraje no son solo para hombres. Ser mujer no es una barrera, sino una fortaleza. Si les apasiona el deporte y están dispuestas a esforzarse, el arbitraje puede abrirles muchas puertas, no solo a nivel nacional sino también internacional. Necesitamos más mujeres valientes que rompan estereotipos y hagan historia.
A la Comunidad, gracias por ser parte de mi proceso. Cada experiencia y persona que conocí en la Universidad Don Bosco aportó significativamente a mi formación. A mi papá Rodolfo Alirio Cornejo, que sin su apoyo y su amor yo no estaría donde estoy, a Jesús Guevara que formó y seguirá formando muchas deportistas, a mis amigos, a los docentes, al personal de limpieza, vigilantes y demás colaboradores, que en los pasillos no les faltaba la pregunta de cómo iba mi carrera arbitral, les agradezco de todo corazón. Una sonrisa le puede cambiar la vida a alguien, y una plática mucho más. La comunidad universitaria me dio esperanza, me enseñó que todavía existen buenas personas, y que una semilla puede germinar en algo grande.