Por Celina Rivera, directora del Instituto de Investigación y Formación Pedagógica
En momentos de crisis, hay una interrupción que descompone e impulsa oportunidades de innovación para trasformar las experiencias de aprendizaje.
Definitivamente, las lecciones aprendidas en los nuevos escenarios educativos debido al confinamiento por la pandemia y las experiencias en programas en modalidad a distancia y virtual; consolidan innovaciones y aceleran transformaciones educativas que replantean las formas de enseñanza y aprendizaje.
La educación está cambiando, el aprendizaje que tradicionalmente se ha situado dentro del aula, ahora se reconoce en la posibilidad de articular lo presencial y lo no presencial con la interacción en entornos virtuales, en los que se promueve la colaboración, creatividad, autonomía y el aprendizaje activo.
Además, se reconocen cambios en la forma de organizar las relaciones entre los estudiantes, docentes y otros actores que participan en el proceso educativo; la diversidad de entornos de aprendizaje interactivos que propician compromiso y motivación; el aprovechamiento de las tecnologías digitales para favorecer el aprendizaje; la fusión de metodologías activas.
Los cambios de perspectiva por la centralidad en el aprendizaje y la disrupción por la emergencia sanitaria internacional, resaltó desafíos que debemos aprovechar para reinventar los procesos educativos entre lo síncrono, asíncrono, lo virtual y lo físico.
Estos y otros cambios, desafían a priorizar la centralidad en el aprendizaje, con experiencias de aprendizaje significativas, extrínsecamente motivadoras, que conecten las competencias con la vida, que permitan interactuar con otras personas y los contextos. Quin et al., (2021) sugiere activar el aprendizaje priorizando:
- Mantener contacto con los estudiantes, promoviendo conexiones significativas para escuchar su voz activa, intereses, decisiones y negociaciones.
- Inspirar el bienestar emocional y su pertenencia a una comunidad educativa: recomendando apoyo psicopedagógico con especialistas, promoviendo interacciones significativas y de apoyo mutuo entre compañeros y con otros miembros de la comunidad educativa.
- Despertar la motivación por el propio aprendizaje, con experiencias de aprendizaje relevante, contextualizado que generan interés, organizados en grupos, de forma individual y asociados con otros expertos. Mediante metodologías activas que favorezcan el enfrentar y resolver problemas significativos, como el proyecto integrador, proyectos, la resolución de problemas reales, gamificación, investigación, estudio de casos, simulaciones, prácticas profesionales y aula invertida.
- Estrategias interactivas de apoyo, asesoría, retroalimentación y autoevaluación individuales o en grupos.
- Aprovechar recursos tecnológicos para el descubrimiento y construcción como la realidad aumentada, simulación, inteligencia artificial y dispositivos de acceso remoto; así como para la interacción, como eventos internacionales y reuniones de colaboración para la resolución de problemas.
- Generar comunidad, compromiso del estudiante en la gestión de su proceso de aprendizaje: apertura a escuchar sus opiniones, propuestas y sugerencias; impulsar la toma de decisiones y la autonomía.